Si visitáis Bodegas Viña Elena, lo primero que os encontrareis al entrar, será con una moto, una MONTESA BRIO 81 impecable, con todo muy bien puesto y con garantía de arranque a la primera. Entonces, es cuando surge la pregunta a todo aquel que la ve, ¿que hace esta moto aquí? Claro, normal, se esperan un gran racimo de uva, una colección de botellas de vino o incluso una mesita de apoyo con algunas revistas sobre el mundo del vino.
¡Pues no! una moto, una antigualla para algunos y una autentica reliquia para otros.
Cuando contamos su historia, a quien nos visita, por unos segundos nos remontamos en el tiempo y nos trasladamos a los años 50, cuando los protagonistas de esta historia Paco y Emilia, se conocieron.
Como tenemos claro que esta moto, fue el artífice de lo que hoy somos, ocupa un lugar privilegiado en nuestra bodega.
Paco, un apuesto joven de su época, haciendo alarde de su galantería, conquistó a Emilia y de ello tuvo gran culpa esta Montesa Brio 81. Como tenía que ser, Emilia una joven coqueta como la que más y sobre todo encantadora (como lo sigue siendo), no se resistió a Paco ni a esa belleza de moto que se ponía a 80 km/h en un abrir y cerrar de ojos.
Con su pañuelo bien atado al más puro estilo años 50 y en posición dama amazona, se sentaba muy agarradita a su Paco con la certeza, que aquel hombre con aquella moto era su presente, pero también serían su futuro.
Y así fue… y vinieron las niñas, primero Mª Carmen, luego Mª José, entonces llegó Emi y por último Elena. Las 4 vivieron muy de cerca el mundo del vino y su gran sacrificio, pero quizás la más pequeña, era a la que no le gustaba separarse ni un segundo del lado de su padre, observando muy de cerca como se hacía, se guardaba y se vendía el vino. Contagiándose de su padre, contagiándose de su gran pasión.
Como los buenos cuentos, esta historia tiene un final feliz y es que esta familia creció y cuando llegó el día que Paco y Emilia cumplían 50 años felizmente casados, sus hijas no tuvieron mejor, original y emotiva idea, que buscar aquella moto que hizo tan felices a sus padres, restaurarla de arriba abajo, buscando piezas ya inexistentes donde podían, solo con un fin, volver a ver a sus padres subidos en aquella MONTESA BRIO, una moto que marco sus vidas para siempre.