No hace mucho, un amigo me contó su experiencia en una cata de vinos, aquí en Murcia, a la que asistió por recomendación de otro amigo. Era un curso de iniciación, con lo cual todo era nuevo para él.

Al llegar al aula, tomo asiento en uno de los puestos, debidamente preparado con escupidera, grifo, copas perfectamente alineadas y ficha de cata. Ocupando el lugar de su derecha se encontraba un señor robusto, con cara de estar bastante  instruido en el mundo del vino y a su izquierda una chica joven de unos 30 años.

La persona encargada de impartir la parte práctica del curso, comenzó con estas palabras: “La cata es un ejercicio de memoria, no se nace, se hace”, él respiró profundamente, pues tenía claro que a eso no le ganaba nadie.

Los problemas empezaron más tarde.

En una cata de vinos se producen tres fases se oyó a continuación:

Visual: Observamos matices, color, posibles partículas en suspensión…

Olfativa: Existen dos vías, directa o nasal e indirecta o retronasal.

Y  gustativa: Quizás la más complicada de las tres, pero la más precisa. Se toma una pequeña porción de vino, se borbotea para extraer al máximo todas las sensaciones aromáticas  y se escupe.

El observaba como su compañero de la derecha no paraba de tomar notas:

Fase visual: capa alta, rojo rubí…

Fase olfativa: pimiento rojo.

Como pimiento rojo!! Pensó, pero como puede oler este hombre a pimiento en el vino. Por más que acercaba su nariz a la copa, para él era imposible percibir ese olor a pimiento y menos rojo, así que anotó a lo que en realidad le recordaba ese olor:

Fase olfativa: camisón de mi abuela.

La fase gustativa, también le pareció curiosa, pues su vecino de al lado, al borbotear el vino con el paladar, lanzaba unos sonidos espeluznantes.

Tuvo mucho interés por experimentar la percepción del vino por vía retronasal (modo de extraer al máximo el aroma al vino), así que como todo un profesional, inició el proceso  y cuando quiso hacer el barboteo de aire con el vino en la boca, sin poder evitarlo este, salió a derechas e izquierdas, como si de una fuente se tratase y el precioso rojo rubí , con notas a pimiento rojo y camisón de la abuela, voló hasta descender como el rocío de la mañana entre el resto de asistentes.

Y en ese momento…fue cuando le vino el pimiento rojo.

“UN BUEN CATADOR NO NACE SINO SE HACE. Todo es práctica y buena memoria.”

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