¿Cuantas veces nos hacemos la pregunta? ¿Que vino compro para la cena de esta noche, la comida familiar de mañana, o la reunión y el picoteo para los amigos?, una tarea complicada.
Sabemos que a cada sabor, le va un vino. Nos guiamos por lo que siempre hemos oído de que la carne con el tinto, el blanco con pescado y si hay dulce… pues con el postre.
Si, es cierto y casi nunca fallamos siguiendo este orden. Es importante saber que cuando comemos carne, el tinto acompaña muy bien, porque las mismas proteínas de la carne, neutralizan los taninos del vino. Y el pescado en la mayoría de las ocasiones, según con el tipo de salsa que esté cocinado, combina bien con el vino blanco.
La armonía entre la comida y el vino, es muy importante porque uno no debe restarle nunca importancia al otro, tienen que complementarse de la mejor forma posible.
Pero en esta ocasión vamos a buscar otra fórmula, para maridar nuestros vinos, quizás una más divertida. Entre la gama de vinos que tenemos en Viña Elena, he escogido algunos para acompañar ocasiones y momentos de nuestro día a día.
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Así por ejemplo: ¿que tengo esta noche?, vienen a verme a casa, unos primos lejanos que hace tiempo que nos los veo con lo cual la jornada se presenta tranquila, y bastante correcta, pues ya lo tengo, un Familia Pacheco Roble, voy a quedar genial, nos va a suplir la falta de conversación, porque el vino hablará por si solo.
Y mañana, he quedado encargada de llevar el vino al almuerzo de trabajo que tenemos en la oficina, para terminar de comentar unos temas importantes. Pues sin duda me llevo el Pacheco tinto cosecha 2010, su toque de frescura al ser un vino del año, un vino monastrell que sin duda equilibrará el momento.
Y el viernes por la noche, salimos a cenar los de siempre, con nuestros temas de siempre y dispuestos a no mirar el reloj, pues sin pensarlo me pido un Cucos de la Alberquilla, vino cabernet sauvignon, divertido, alegre, explosivo y con gran personalidad.
Bueno ha llegado el domingo y la comida familiar, abuelos, padres, hermanos, sobrinos, ese día que te encantaría que durara una eternidad, porque siempre te deja un buen recuerdo y la larga sobremesa te permite entusiasmarte todavía más con el vino, Pacheco Selección 2008, no digo más.
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